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jueves, 10 de enero de 2013




Obélix en Moscovia

Suele convenirse que cuando un renombrado actor empieza a parecerse demasiado a los personajes que encanna, es que el final de su carrera está cerca. Lo mismo puede valer para los empleados de pompas fúnebres cuando inician a llevarse trabajo a casa: pensemos en Bela Lugosi, durmiendo cómodamente en su ataúd bajo los aturdidores efectos del caballo que se metía, o en Johnny Weissmuller, ululando su famoso grito de Tarzán mientras se agarraba a las cuerdas de los cortinajes del geriátrico, y así tantos otros... El último en unirse al club ha sido el acteur francés Gérard Depardieu, un tipo tosco y tragaldabas, quien habiendo interpretado algunos papeles interesantes, como Cyrano, Jean Valjean o Montecristo, quintaesencia de lo français, ha optado por parecerse personalmente a Obélix, una oronda caricatura del carácter nacional galo, franco o francés, y que sin embargo en ese país no ha sido bien recibida del todo. El motivo de todo ello está en que el tripudo Gégé, noto degustador de glándulas hépáticas de ánade inflamadas, está buscando el modo de llevarse frescos $u$ menhire$ a la fria Moscovia, capital del Imperio Ruso, cuyo raZ Putín le ha ya otorgado mediante expédito ucase la rúsica ciudadanía ipso facto. Sucede que en esa nación los ricos no pagan impuestos ni pechas al estado, al contrario de lo que pasa en la república de las Galias, donde últimamente algún político con luces ha tratado de que los más pudientes contribuyesen mediante el fisco a paliar la crisis poniendo su granito de arena...








El evangelio de Marcos afirma eso de que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que de que un rico entre en el reino de los cielos. Mi abuelo, que conocía aceptablemente los evangelios sin ser un exégeta ni saber aramaico, comentaba medio en broma que los ricos tenían comprados los derechos de uso de las palabras "camello" y "ojo de aguja", y que al final tendremos que rendirnos a la evidencia manifiesta de que el hábitat natural de los camellos se encuentra en las agujas. Quería decir el buen hombre que los ricos pasan por donde quieren y hacen lo que quieren, que para eso son ricos, y como Depardieu, entran libremente en el celestial reino de todas las Rusias. Los impuestos, decía mi ancestro, los tenemos que pagar los pobres porque los ricos ya tienen quién les busque las triquiñuelas para no pagarlos. ¿Derrotista? Puede, pero razón no le faltaba.





Ahora la Grande Armée de Napoléon ha dejado paso a un grasiento bárbaro devorador de jabalíes, pero yo le comprendo, a Depardieu, porque ambos compartimos la cruz del sobrepeso y de la gestión del dinero, lo segundo en mi caso por defecto...Hoy, en que los jóvenes franceses se indignan, los muchimillonarios de ese estado, como Brigitte Bardot o Johnny Halliday, por ejemplo, también hacen lo propio, y todo ello porque quieren ser más ricos: qué importa que tengan la vida resuelta. Mi dinero es mío y no pienso compartirlo con ésos andrajosos que van a ver mis películas...Pero el dinero a raudales atonta e infantiliza, como le ha sucedido al bueno de Gérard, hoy más gourmand que gourmet, más putero que ligón, más borracho que bebedor, más mafioso que empresario, más amoral que moral y más vil que el metal. La France Libre ha perdido un lastre, pero la Santa Rusia ha ganado el premio gordo que se merecía. 0 a 0.   





Un poco de música "de Gala", que no de Galia, dedicada a ese impresentable:


Alexis HK, Fils de


Motorhead, Eat the Rich


Mike Oldfield, To France


Stormwitch, Russia´s on fire




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Zanjas profundas en tu mente
Zanjas profundas en tu mundo
Zanjas que nos separan
Zanjas que nos escinden
Zanjas en las que caemos
a veces sin poder salir
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