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viernes, 23 de noviembre de 2012




DIA de mercado

Sabido es que todavía hay clases. En Madrid, sin ir más lejos, uno puede, para hacerse pasar por pudiente e hijodalgo, fingir hacer la compra en el Mercado de San Miguel, en pleno centro del Foro, atravesándolo dignamente, con la cabeza bien altanera y el traje de Armani o de Chanel impoluto, salir por la puerta de servicio, sita en el otro extremo, cruzar el callejón de atrás e ir a colarse en el supermercado DIA que allí se encuentra a hacer esos recadillos veniales que todos realizamos de vez en cuando, para salir después del mismo modo en que se ha entrado, pero a la inversa, cuidando, eso sí, de esconder bien la bolsa con el logotipo del DIA, para que parezca que nos hemos gastado la pasta en el de San Miguel. En este mundo de apariencias y vanidad de vanidades, omnia vanitas, alguien tuvo la chocante idea de ubicar una franquicia del DIA justo detrás de la vetusta mole del restaurado Mercado de San Miguel. Seguramente porque así, mientras señores y damas de alta alcurnia se dejaban caer por allí, sus mucamas filipinas o peruanas podían ir a hacer la compra al DIA trasero, dando un rodeo...


No soporto el susodicho Mercado, con su cocina para anoréxicas y sus precios estratosféricos, me parece una copia botellesca (falsa y taimada), que no boteresca, del mercado barcelonés de la Boquería, que este sí, es todavía un mercado de verdad para gente de verdad que va allí todavía a hacer la compra, donde convive la frutería de toda la vida con el negocio para gourmets, la pescadería de siempre con el posmoderno y primitivo placer crujiente de la entomofagia de Bolets Petrás y sus latas de hormigas o larvas fritas... Pero el Mercado de San Miguel, sin embargo, es un poco como la presentadora Mariló Montero, que sin tener ni puta idea de cocina, o de cosa alguna que no sea hacer [censurado], se permite el lujo de dar consejos a los televidentes y aún a sus compañeros de cocina, es decir, es un fraude total. Más que un lugar para la compraventa de comestibles frescos, va de lounge snob and trendy, posh and piss por el cual pijos y guiris desnortados en busca del Museo del Jamón pueden deambular de pinchos. Se echan de menos allá, los olores y colores, no siempre agradables, de los auténticos mercados, las voces y los gritos de las verduleras, los gitanos que menudean ajos y fruta, la clientela que se empuja y arremolina... Es en suma, la versión aséptica y liofilizada, minimalista y estéril, en todos los sentidos, de un antiotomano bazar .
  
Las gallinejas y los entresijos fritos no los encontraréis allí. Tampoco los churros y en lugar del chocolate tal vez os pongan ese infame polvo blanco y colombiano... Hallaréis, sin embargo, caviar y champán, tigres y ostras que por lo que valen deben de contener perlas, como esos bebedizos que se dice tomaba Cleopatra. Ese sitio no pasa de ser una especie de teatro de guiñoles donde más que a comprar se va bovinamente a mirar a los señoritos andaluces y andaoscuridades tomando tapas como si de la versión madrileña de la feria de abril de Sevilla se tratase, un zoco sin posibilidad de regateo, el holograma de un mercado donde se sirven comidas deconstruidas para huesudas supermodelos que parecen sacadas de la noche de los muertos vivientes o de la invasión de los ultracuerpos... Seguramente les crezca la silicona las noches de luna llena y se les tersifiquen los liftings pomulares degustando esferificaciones emulsionadas de cipote de buey de mar en salsa de botulina. Yo mantengo la teoría, algo conspiranoica, lo reconozco, de la existencia de un secreto vínculo entre la cocina espectralmente quimicéfica del Bulli y el auge de la cirugía estética con sus intervenciones innecesarias y homologantes que hacen del ser humano una caricatura recosida, un spitting image... Seguramente ese común nexo sea la silicona, vete tu a saber... Los polvos de Ferrán Adriá nos trajeron estos lodos... Evitémoslos como a la lepra    

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Zanjas profundas en tu mundo
Zanjas que nos separan
Zanjas que nos escinden
Zanjas en las que caemos
a veces sin poder salir
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