Libertad, libertad...
[...] Aparte de él sólo había familias, cada una con dos o tres niños. Delante, un rubiales de unos cuatro años gimoteaba reclamando no se sabía qué, luego se tiró al suelo de golpe, aullando, temblando de rabia; su madre intercambió una mirada agotada con su marido, que intentó levantar al pequeño y vicioso crápula [...] todas las teorías de la libertad, desde Gide a Sartre, no son sino inmoralidades concebidas por solteros irresponsables.
Michel Houellebecq, El mapa y el territorio, Ed. Anagrama, pág. 156.
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