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martes, 17 de agosto de 2010




Pseudocrónica vacacional I (Madrid-Denia)

Aunque todavía no han acabado mis vacaciones, pues no vuelvo al trabajo hasta el lunes que viene, me encuentro hundido en la zanja del síndrome postvacacional y desde ella escribo:





Las dos últimas horas fueron infernales en el curro, pues habiendo acabado lo que tenía que entregar, no muy bien hecho, por cierto, ya nada hacía allí más que esperar a que dieran las campanadas que marcarían el inicio de mis vacaciones... Al final no pude aguantar y me fui media hora antes.


La liberación fue máxima: hacía tiempo que no experimentaba esa necesidad de tomar unas vacaciones... El problema será la vuelta. Y es que uno siente esa necesidad cuando en el curro le aprietan las tuercas... O cuando el curro ya es en sí "apretante".


Por la tarde me fui a casa de Mr. Snorforld, al cual hace tiempo que no leemos por aquí, y allí hablamos, como siempre, en su terraza, de la ciudad, de la sociedad, de los amigos, del amor, del sexo...


Y mis maletas sin hacer, por supuesto.


Las hice en un par de horas a la mañana siguiente (sábado, 31 de julio), tras haber dormido cuatro horas, antes de salir hacia Denia, donde me esperaba Gema, que ya llevaba una semana de vacaciones con dos amigas suyas.


¿Qué puedo decir del viaje? ¿Qué se puede decir de un trayecto de 450 km encerrado en un vehículo? Nada, pues no tenemos relación con nuestros semejantes. Ni siquiera cuando se para en un área de servicios, ya que en esas fechas se encuentran tan atestadas de gente, todos deseando llegar a su destino, que los contactos son efímeros, casi choques, encontronazos, que transmiten o desvían la cantidad de movimiento (la mala hostia).


Y uno, yo, que parece muy crítico (la crítica, sin embargo, es una reflexión sobre una realidad ya pasada), se ve arrastrado por esa vorágine, siendo una parte más de la masa en movimiento, un movimiento efervescente, como si de una colada de lava se tratase.


El problema fundamental es el tiempo, como dicen Estopa en su canción "Vacaciones": dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo al trabajo y sólo nos quedan unos cuantos días para las vacaciones. Programamos esas vacaciones en algún lugar lejos de nuestro lugar de trabajo y hasta que no estamos allí no comienzan realmente nuestras vacaciones. No concebimos el viaje hasta ese lugar como parte de las vacaciones, sino como un trámite necesario, un trabajo. Puede que las vacaciones consistan en un viaje en sí mismo, por ejemplo, a través de las Alpujarras, sin embargo, hasta que no estás allí no consideras que comienza el viaje. Necesitamos más tiempo.


Siempre agobiados por los plazos de entrega en el trabajo, trasladamos a nuestra vida privada ese ritmo infernal: lo que queremos lo queremos ya, y si el camarero tarda en servirnos nos enfadamos. Yo, particularmente, sufro estos casos.


El viaje debería ser como los de antes, tranquilo y sin prisas... Claro que esto puede ser simplemente una visión romántica y bucólica del pasado; quizá antes también se agobiaban sólo que en vez de horas llegaban días más tarde. Los viajes deberían hacerse en transportes colectivos, que es donde se entabla relación con el compañero de viaje... Aunque alguna vez te puede tocar un pesado, un pedorro o un criminal...


Bueno, la cuestión fue que desde Madrid a Denia paré un par de veces sin poder tomar café debido a lo atestado de los lugares; eso sí, al menos conseguí hacer un pis.


Nada más que reseñar salvo los típicos atascos en las inmediaciones de Valencia y la belleza de algunos paisajes: los pantanos y las Hoces del Cabriel, las cuales habré de recorrer en algún momento vacacional.




3 comentarios:

Anónimo dijo...

richard senet. la corrosion del caracter

Anónimo dijo...

Esa Zanjaaaaaaaaaaaaaa, guendios, tanta prisa tanta prisa, razón te sobra. ¿ánde vamos a toda ostia?

Anónimo dijo...

Hola,
que bueno saber de tí y tus vacaciones, a ver si quedamos y nos contamos. Nos cogemos unos vermus o cualquier bebercio mientras siga el buen tiempo.
Un saludo,
Diego Gozalo.
P.D.: Saludos al resto de compis.

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Zanjas profundas en tu mente
Zanjas profundas en tu mundo
Zanjas que nos separan
Zanjas que nos escinden
Zanjas en las que caemos
a veces sin poder salir
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