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martes, 14 de octubre de 2008




Lugares surrealistas I



“This is sssssurrealismmmm”, que decía Dalí. Pues así me he sentido yo este fin de semana: dentro de un cuadro surrealista.

Todo comenzó el viernes por la tarde cuando llamé a Tere para invitarla a un concierto de música etno-electrónica en el Barrio del Pilar. Me cogió el teléfono para decirme que estaba ocupada trabajando, que enseguida me llamaba... tic, tac... tic, tac... Tras una hora de espera Tere seguía sin llamar. ¿Qué hacer? ¿Llamo a otra gente y después le digo que... “ahhhh, se siente”? Un poco feo, ¿no? Bueno, pues al final me llama: ya había quedado, pero me permite sumarme al plan: cervecitas, tapeo y alguna copilla por Alcorcón. Entonces, nada más colgar me empiezan a llamar uno tras otra, amigos y amigas, para ya no me acuerdo el qué, de modo que casi llego tarde a buscar a Tere. Casi otra hora hablando por teléfono... Claro, para muchas de vosotras esto no es nada, pero yo es que soy incapaz de pasarme tanto tiempo con el móvil en la oreja; se me pone colorada... Las dos, porque me lo voy cambiando de una a otra.

Bien, las cervezas y el tapeo no tuvieron incidencias, salvo una tosta de huevos fritos... ¿A quién se le ocurre inventar semejante idiotez? El huevo siempre debe estar encima del plato y el pan dentro de la yema, a menos que ya te la hayas comido, entonces puedes poner el huevo encima. Lo contrario supone que o te pones tibio con toda la barbilla chorreando yema o la pierdes sobre el plato... Claro, que esto tampoco hubiera sido un problema, pues con algo de pan sobrante se puede rebañar y pa la buchaca; sin embargo a los de la Cruz Blanca, que así se llamaba el bar (sí, la cadena comercial), se les ocurrió poner una servilleta entre el pan y el plato, con lo cual ésta absorbió todo el néctar amarillo.

Después fuimos al típico garito atestado de gente y luego al mega-fashion “Murano Lounge Bar” (podéis buscarlo en internete), todo luz y metacrilato, aunque de “lounge´” no tenía nada, si por tal entendemos un universo para disfrutar de ambiente y música suaves. Lo primero que observé fueron unas piernas de mujer en el piso de arriba a través de la mampara de cristal, llevaba minifalda y se le veían las bragas de leopardo... Groooaaaarrrrggg... Aunque un poco quieta estaba la muchacha: era una muñeca hinchable; mal asunto, olía a despedida de soltero. Subimos arriba, al lugar donde los humos del tabaco tienden a subir. De repente, alguien me tira de la cazadora por detrás; sí, mi cazadora de cuero negro, 19 años en compañía, un poco maltrecha ya, quizá poco adecuada al glamour del garito. Me vuelvo y me encuentro con dos armarios en estado etílico, uno de ellos se estaba burlando de mi cazadora; al verme la cara intenta quitarle hierro al asunto, intenta darme la mano, pero se la niego, la desprecio y me vuelvo con mis amigos. La paranoia estaba servida: empiezo a vigilar los movimientos de los dos sujetos, sus caras... Veo que conocen a mucha gente en el lugar, gente que tiene... la misma cara. No, no era un baile de máscaras. Las mujeres no, pero los tíos tenían todos la misma cara de garrulos lisérgicos; sin embargo las diferencias eran suficientes como para afirmar que no se trataba de una única familia, sino de una etnia específica bastante integrada en la sociedad post-industrial de Alcorcón.

Tras comentarlo con mis amigos llegamos a una doble conclusión: o bien se trataba de auténticos alcornoqueños, descientes de los primeros pobladores de Alcorcón, a la sazón zona rural, o bien se trataba de descendientes de emigrantes extremeños venidos a la ciudad durante la expansión industrial. En fin, que tenían cara de “más bruto q’un arao”. Todo lo cual disminuía en mucho el glamour del sitio.

Ojo, no se me mosquee el personal. Ante todo, vaya por detrás mi respeto a la gente de pueblo, que yo también lo soy: desciendo de Gredos (como las cabras), de la Alcarria (como las abejas), de Úbeda (como el aceite) y de Ciudad Real (como... ¿qué hay de típico en Ciudad Real? De hecho ni siquiera sé el nombre del pueblo de mi abuelo... He perdido mis raíces, una rama de mis antepasados; qué desastre). Pero al menos no tengo la cara de garrulos que tenían los del otro día, que parecía que en cualquier momento te iban a sacar a hostias para tirarte al pilón... Cosa que también tiene su trasunto posmoderno en las fuentes que colocan los alcaldes en todas y cada una de las glorietas que, cual chinchetas, clavan en las intersecciones de las calles.

En fin, curioso sitio, Alcorcón. Lo bueno que tiene es que a esos mismos alcaldes a veces se les va la olla y te traen a gentes como Mago de Oz, Jethro Tull, Gwendall, etc., engañados, por supuesto, por el concejal de cultura del momento o por el sobrino de éste... “Voy a hacerle un regalito al niño, hombre” (el niño que ya no cumple los cuarenta, pero que aún sigue en casa por aquello de la crisis y por haber discutido sus padres con su tío y no haber podido participar del reparto urbanístico). Sí. A los dos últimos grupos los vi durante las fiestas de este año. Otro sujeto curioso el Ian Anderson (consultad su vida en la wikipedia), aunque su música es más propia del garito Lounge que de un concierto de rock.

(Continuará)

4 comentarios:

Anonymous dijo...

Está bien conocer el garito por si algún día caemos por Alcojón.

Joako dijo...

Curioso sitio, aunque mas peculiar parecian los garrulos que el sitio en si (aunque solo sea por poder observar el techo acristalado ...)
Creo que tienes que esforzarte mas en buscar sitios realmente surrealistas, porque hace que no salgo por ahi, sino te daba alguna que otra referencia interesante :)

Lo de la Cruz Blanca no es surrealista, es comida cool-fashion pa jilis, ahi mas que nada tuviste mala suerte ;-)

Un abrazo,

Anonymous dijo...

Pues anda que avisas de los conciertos...En cuanto a lo del móvil, efectivamente,es una mierda, sólo lo uso por cuestiones laborales. Algún día se lo meteré al jefe por el culo,en modo vibrato ma non troppo y a palo seko.

la racona dijo...

Lo de los grupos que llevan los alcaldes a los pueblos es de risa, sí. AL mío llevaron a La Cabra mecánica porque pensaban que uno de los integrantes era María Jiménez. Como encima era "de gratis" fue todo el pueblo, y allí tenías a las mujeres de 70 años, que ven un concierto al año (el que es gratis en las ferias), viendo al Lichis restregándose los huevos con el palo del micro y cantando la de "que te follen". Para que veas, Paco, lo importante que es no perder las raíces (mi pueblo está pegado a Ciudad Real).

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Zanjas que nos escinden
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a veces sin poder salir
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